martes, 3 de julio de 2012

Capitán Pastene, la pequeña Italia


Ya hemos hecho notar nuestra preferencia por las pastas en entradas anteriores, así que no es de sorprenderse que de tanto oir hablar de este sureño pueblo nos haya picado el interés y hayamos finalmente partido para allá.
Nos hicimos acompañar ya por segunda vez de nuestros amigos Adrián y Cristelle, pero esta vez no les dejamos a cargo de las fotos (se imaginarán por qué si ven la entrada de Tumbes).
Capitán Pastene es un pueblo fundado a principios del siglo XX por una colonia de inmigrantes italianos. Como venían todos de la misma región de Italia, y viajaron en el mismo barco, los colonos ya tenían fuertes lazos familiares y de amistad cuando llegaron acá. Leyendo la historia de la región, me enteré de que su inmigración fue solicitada por el gobernador de la localidad, y que fueron recibidos con flores y banderas por los habitantes de Lumaco. (En fin, ya he mencionado mi opinión favorable de los movimientos de inmigración pacíficos, sea del continente que sea). 
Pues esta colonia, inicialmente agrícola, actualmente forestal, ha ganado renombre en los últimos años gracias a su tradición de pastas, jamones y castañas, las cuales acercan al público a través de varios restaurantes, todos lindos y acogedores.
Desde Concepción, el viaje dura unas 3 horas. Un poco más si se va en día de semana, cuando el tráfico es mayor. Por la Ruta de la Madera el viajes es más corto, más entretenido y lejos mucho más bonito que por la 5 Sur. Nosotros hicimos el viaje ida y vuelta el mismo día, pero si se va en verano o con más tiempo, hay cabañas, hostales y un hotel para alojar a precio conveniente. La mayor parte del camino está pavimentado, excepto por un trecho corto que está asfaltado, transitable.
Las paradas del viaje ya son notables de por sí: en Nacimiento hay un mercado con las fuentes, ollas y objetos de greda más resistentes del país (excelentes para cocinar). Pasado el cruce de Renaico, a la orilla del camino, hay un local que vende hamburguesas, sandwiches y quesos locales (Renaico), a precio conveniente. Enteramente recomendable, tanto el queso (la pieza entera tiene mejor sabor que la envasada al vacío) como el manjar, muy superior al de los supermercados, con un toque casero exquisito.
Lumaco es un pueblo precioso, aparte de sus Charros (que no tuvimos la dicha de encontrar), a su alrededor hay vistas de los campos de cultivo, donde pastan pacíficas vacas y ovejas, con caminos rurales que invitan a caminar.
Capitán Pastene tiene un encanto propio. Con casas de madera y construcciones antiguas bien conservadas, así como una gran plaza bien mantenida y desde la que se disfruta una hermosa vista, es un agrado recorrer sus calles. La gente es muy, muy amable y no se preocupe, que ya todos hablan español.
Por recomendaciones, llegamos al L'Emiliano (www.pastenegourmet.com), a una cuadra de la plaza. Cumple a cabalidad lo que ofrecen, es pequeño y acogedor, con una buena estufita a leña, atendido por sus dueños. Su especialidad son las pastas rellenas, 100% artesanales, me encantaron la textura y consistencia de estas pastas. Recomiendo sobretodo unos capelleti rellenos de espinaca y ricota, con una salsa maravillosa de prosciuto, queso y nueces. A Juan Manuel le gustó más la Rosseta, que tenía mucho queso, pero yo saboreé con mayor gusto los capelleti. Se trata de una combinación de sabores que no he visto en otros lugares, con ingredientes de primera calidad y una excelente presentación. ¿Qué más se puede pedir? Por supuesto, un postre a la altura. Y los tienen: el tronco de castañas casero tiene una consistencia excelente, aunque me pareció muy dulce, pero el tiramisú, con una original presentación en copa, resultó fresco, suave y con el dulzor perfecto. 
Imperdible también la tabla de jamones, deliciosos.
Los precios de platos principales bordean los 7 mil pesos, los postres los 3 mil. El vino, 8 mil la botella.  
Si quiere comprar prosciuto o algún otro jamón, o disfrutar una once con pizza o kuchen, puede hacerlo en la misma cuadra en el Montecorone, una antigua jamonería que mantiene la decoración original. Si desea pastas secas caseras para preparar después en su casa, puede ser una cuadra más arriba en la fábrica de Pastas Covilli, donde encuentra una especie de fideos gruesos de varios sabores (incluyendo de merkén y chocolate), muy ricos, a $2.500 la bolsa (rinde para 2 a 3 porciones según nuestra experiencia), además de conservas de un cuanto hay. 
Pero también la alternativa más barata es donde las abuelitas laneras, una ONG (que no recuerdo cómo se llaman) que tiene un pequeño local detrás de la iglesia, junto a la plaza, donde venden tejidos artesanales de lana de oveja de muy buena calidad y conservas y pastas caseras, sabor a huevo, a sólo $1.500 la bolsa.
Por supuesto, no recorrimos el pueblo completo, hay otras ofertas culinarias que también pueden ser interesantes, llegamos tarde para lafiesta de La Castaña (que fue el 6 de junio), pero esperamos volver, probablemente para a la fiesta del Jamón (agosto o septiembre) o a la de la pasta, en Octubre. Mientras, si alguno de ustedes ha ido a Capitan Pastene o sus alrededores y tiene un dato interesante, por favor publíquelo en los comentarios, será siempre bienvenido.



lunes, 2 de julio de 2012

El Rocinante.

Teníamos ganas de comer pastas. Buenas pastas, en lo posible. Y teníamos ganas de ir a este lugar, ya que teníamos buenas referencias de hartas partes, desde amigos hasta organizadores de eventos, como nos iba air mal! asi que partimos, a ver que resultaba.

Al entrar al lugar te recibe un amigo al estilo mall "Bienvenido a Rocinante", cosa que seguro notan bastante pocos, pero bueno. Acogedor, pero tal vez dijeron "habrá poca gente" o "ahorremos", pues hacia bastante frío, y solo había una estufita que miraba hacia nuestro sector, situación que cambio al instante ante una sentida locución nuestra, por suerte. En el precio del plato esta incluido el llegar a un lugar donde den ganas de comer, creo yo, aunque muerto de frío como igual!.

El mesero un poco balsa al principio, pero después bien. Correcto, recomendando los platos mas caros obviamente, pero demostrando que los conocía, punto a favor. Ademas, el local te atiende con un picadillo antes de que lleguen los platos, buenísima idea. Los platos llegaron calientes y luego de 15 minutos de espera, tiempo prudente a mi juicio, aunque pudo ser menos.

Pedimos unos canelonnis rellenos de locos y salsa de mariscos, con una salsa de queso roquefort. Rico, bien presentado, aunque los canelonis eran de caja, y no artesanales, situacion que es salvable de todas formas. El relleno era muy bueno, se podían rescatar todos los sabores de ambas cosas. La salsa, impecable, un poco salada, y lograba hacer juego con el plato en si.Tambien probamos unos capelleti rellenos de panceta y queso ricotta, con salsa de langostinos. Buenísimos, pasta hecha en el lugar, relleno impecable, buena combinación.

Bajativo de la casa, y nos fuimos. Precio razonable, bien atendido, ambiente familiar, muy recomendable para ir en familia a pedir platos distintos y probar, ya que el lugar cuenta con una amplia carta, que va desde las pastas, pasando por pescados y mariscos, hasta las infaltables carnes. Buen lugar, no se arrepentirá.















Actualización!
Volvimos al lugar hace poco. Los días sábados y domingo la carta es más reducida, los días de semana pueden encontrar más variedad de platos, sobretodo algunos tradicionales de interiores, como los riñones, por ejemplo.
Esta vez pedimos una ensalada y un filete rocinante, cuyas fotos quiero compartir con ustedes, a pedido del público. La ensalada tiene queso roquefort algo molido encima. Para que tengan una referencia visual de la calidad ya comentada. De todos modos, la advertencia es que los domingos a medio día se llena con familias con niños y puede ser una experiencia algo ruidosa.